Ediciones Irreverentes
inicia su colección Aqueronte con la obra de Antonio López Alonso, “Carlos II,
El hechizado”, un apasionante estudio sobre un rey que se creía poseído por el
demonio y que sólo era un tristísimo enfermo.
López Alonso, quien describe
con abundante bibliografía y de un modo tan ameno como profundo la infancia y
adolescencia del malhadado rey, sus enfermedades que llevaron al pueblo a creer
que estaba hechizado; las intrigas cortesanas a que se vio sometido; sus
desgraciados matrimonios con María Luisa de Orleans y con María Ana de Neoburgo
y cómo nada pudieron hacer por él ni la medicina tradicional, ni la
alternativa, ni los exorcismos que tuvo que sufrir en tiempos de oscurantismo
en la que las supersticiones religiosas luchaban contra los avances de la
ciencia.
Antonio López Alonso hace un
estudio apasionante sobre la enfermedad y muerte de Carlos II, uno de los
personajes de la historia de España que más leyendas ha inspirado y ejemplo
máximo de la decadencia de la monarquía en una época de grandes cambios en
Europa. López Alonso cita a los mejores especialistas de cada época para hacer
un análisis de la figura del desgraciado monarca, como cuando pone en boca del
Duque de Maura que "Las revelaciones de Satanás se reducían a esto: El Rey
se halla, en efecto, doblemente ligado por obra maléfica, para engendrar y para
gobernar. Se le hechizó cuando tenía catorce años con un chocolate en el que se
disolvieron los sesos de un hombre muerto para quitarle la salud y los riñones,
para corromperle el semen e impedirle la generación."
Incluso se menciona la
autopsia de Carlos II para darnos a conocer la realidad de un rey al que el
pueblo creía hechizado pero que era, en verdad, un tristísimo enfermo. "La
autopsia es, en cierto modo, confirmativa de esta presunción. Carlos II tenía
lesiones pulmonares evidentes, y una generalización también evidente que se
acusa en testículos y meninges y que nos podría explicar algunos trastornos de
los últimos de su vida y su impotencia "generandi". (…) Por
confidencias de ambas reinas se ha llegado a conocer que Carlos II no tenía una
verdadera impotencia "coeundi", aunque sí en cierto modo
"erigendi" de origen psíquico. Lo que sí parece evidente es que
padecía una impotencia "generandi" y su esterilidad tenía un fondo
orgánico manifiesto. Estaba afectado de un síndrome de insuficiencia
testicular”.
Las intrigas de las cortes
europeas, que enviaban espías a España haciéndose pasar por exorcistas, son
perfectamente descritas por López Alonso, que hace un retrato desgarrado de un
rey y de una España que supusieron un final de época.
López Alonso afirma que “Cuando murió, el 1 de noviembre del año 1700,
Carlos II no tenía ni tan siquiera 39 años, y sin embargo parecía una anciano
de noventa. La enfermedad se ensañó con el cuerpo biológicamente inerte, y el
último Austria fue sufriendo año tras año diferentes grupos morbosos que
hicieron de su vida la de un personaje huidizo y melancólico. En realidad, al
final de sus días era un desecho de hombre. Los años que vivió parecían
multiplicarse de una manera rápida, fulminante. Sufrió raquitismo, trastornos
gastrointestinales, hidropesía... En realidad, lo sorprendente no es que
muriera con menos de cuarenta años y la apariencia de anciano, sino que llegase
a vivir esos casi 39 años.”
En este libro se puede ver
la crueldad con la que el pueblo español se burló de su inválido rey. López
Alonso afirma que “La debilidad extrema y esta tardanza en el andar inclinan a
pensar en un niño raquítico. Retardo motor, cabeza grande por hidrocefalia,
desarreglos intestinales... Son males que se corrigen bien hoy, pero no en la
época que le tocó vivir a Carlos II y que le dejaron secuelas para el resto de
su vida. E invadido de una debilidad extrema, su deteriorada salud, escasa
energía y limitación funcional le convirtieron en objeto de sátiras y coplillas
por parte del pueblo. Como la que decía: “El Príncipe, al parecer, / por lo endeble
y patiblando / es hijo de contrabando / pues no se puede tener”.
Antonio López Alonso
Ha
publicado recientemente En las fronteras del amor, sobre la venta de niños en
adopción y La niña de los tirabuzones rubios. Su novela La rebelión de los vagabundos fue ganadora del V Premio
Nacional de Novela Ciudad Ducal de Loeches. Su anterior éxito editorial fue El
fotógrafo y la muerte (Suma de Letras). Es autor de ensayos como La
angustia de Federico García Lorca (Edaf), A Miguel Hernández lo
mataron lentamente, Carlos II, El Hechizado(Ediciones Irreverentes), y Juan
Negrín, del aula a las trincheras (Universidad de Alcalá de Henares).
Otras de sus novelas destacadas son: Tierra de sombras y de luna, La noche
en que el pueblo me quiso matar, Ecos de un dios lejano y El cuadro,
el ciego y la corredora. Sus poemarios Interiores y Reflejos de un
árbol caído fueron prologados por Claudio Rodríguez.
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