Trazar el mapa de la prostitución en
España con multitud de datos, de un modo ameno, citando a los principales
autores que sobre la prostitución han escrito, uniendo la información sobre
cifras de prostitutas, medidas higiénicas, leyes represoras y tipos de
burdeles, con las coplas satíricas de escritores y canciones y populares, es
algo que nadie podía hacer como la catedrática Joaquina Gª de Fagoaga. “Putas
de España” (de la Ilustración a la Democracia) traza el panorama puteril
español desde la época en que Europa vivió su “siglo civilizador” y España
gritaba “viva las cadenas” hasta la actualidad, recogiendo las últimas normativas
impuestas por las comunidades autónomas para la regulación del ejercicio de la
prostitución.
En este curioso mapa de la España puteril destacan capitales como Cádiz, ciudad de renombre por sus prostitutas desde la época de la dominación romana; Madrid, que era ya la ciudad mayor del reino a mediados del XVIII, tenía en sus calles más de 700 burdeles censados; en Córdoba, el corregidor avisaba que en la ciudad había de 300 a 400 putas conocidas; a Castilla bajaban mujeres gallegas y asturianas, disfrazadas de hombres, para poder ejercer la prostitución. Aunque en comparación con Inglaterra, los españoles eran unos santos: a principios del siglo XVIII había en Londres una puta por cada 15 mujeres.
En este curioso mapa de la España puteril destacan capitales como Cádiz, ciudad de renombre por sus prostitutas desde la época de la dominación romana; Madrid, que era ya la ciudad mayor del reino a mediados del XVIII, tenía en sus calles más de 700 burdeles censados; en Córdoba, el corregidor avisaba que en la ciudad había de 300 a 400 putas conocidas; a Castilla bajaban mujeres gallegas y asturianas, disfrazadas de hombres, para poder ejercer la prostitución. Aunque en comparación con Inglaterra, los españoles eran unos santos: a principios del siglo XVIII había en Londres una puta por cada 15 mujeres.
En
la católica España de Franco en un Madrid de un millón de habitantes, había
fichadas 20.000 prostitutas. Existe un censo de prostíbulos publicado en 1943
en el que no figura la capital de España, pero están ciudades como Barcelona,
que tenía registrados 104 burdeles; Córdoba gozaba de 45; Granada de 83; Sevilla,
de 116; Málaga disponía de 113; Zaragoza, de 47, Salamanca, pequeña pero llena
de estudiantes, de 25; Bilbao, 45; la Coruña tenía 44, y la huertana Murcia,
gozaba de 30 casas de alegría sexual. ¿Qué pensaban las putas? En un sondeo
llevado a cabo durante la república por un semanario capitalino, una afirmaba:
“...donde se ponga la gente bien de siempre, que se quiten los de las
alpargatas y la boina, que no tiene para comer, y menos para alimentar lujos
como el cuerpo de una servidora.”
Curiosamente, en los años 30, republicanos y conservadores coincidían en abominar de la prostitución: la parlamentaria republicana Margarita Nelken, afirmó que ocurría: “...lo mismo que cuando en 1807 fueron liberados los siervos prusianos, que se quejaban de quedarse sin la protección de nadie. El grito de “¡Viva las cadenas!” parece que ya había pasado por la oficina de patentes cuando lo dio Fernando VII, y ahora hay quienes quieren que vuelva a ser el lema patrio.” Y en el bando contrario Primo de Rivera, en su discurso a la mujeres afirmó: “No entendemos que la manera de respetar a la mujer consista en sustraerla a su magnífico destino y entregarla a funciones varoniles. Siempre me ha dado tristeza ver a la mujer en una rivalidad donde lleva -con la morbosa complacencia de los componentes masculinos- todas las de perder.”
Curiosamente, en los años 30, republicanos y conservadores coincidían en abominar de la prostitución: la parlamentaria republicana Margarita Nelken, afirmó que ocurría: “...lo mismo que cuando en 1807 fueron liberados los siervos prusianos, que se quejaban de quedarse sin la protección de nadie. El grito de “¡Viva las cadenas!” parece que ya había pasado por la oficina de patentes cuando lo dio Fernando VII, y ahora hay quienes quieren que vuelva a ser el lema patrio.” Y en el bando contrario Primo de Rivera, en su discurso a la mujeres afirmó: “No entendemos que la manera de respetar a la mujer consista en sustraerla a su magnífico destino y entregarla a funciones varoniles. Siempre me ha dado tristeza ver a la mujer en una rivalidad donde lleva -con la morbosa complacencia de los componentes masculinos- todas las de perder.”
Entre
los intelectuales españoles, los hubo favorables a la prostitución, como
Leandro Fernández Moratín, que repetía la premisa horaciana sobre la
prostitución como remedo contra escándalos y delincuencia: “...Facilitando
hacia el burdel el paso/ cerrarás las alcobas conyugales/ y las más de purezas
virginales.” Mezclar la información con el humor popular es gran logro de
Joaquina García de Fagoaga, que ha escrito un libro que a partir de ahora será
de referencia para conocer cómo han vivido y cómo viven las putas de España.
Más información en Ediciones Irreverentes http://www.edicionesirreverentes.com/raraAvis/putas.htm